No es cierto que todo sea cierto
El bombardeo a diestra y siniestra de toneladas de información nos tiene abrumados, desinformados y confundidos. La objetividad, imparcialidad y veracidad informativa se han transformado en bienes más valiosos que el oro. ¿Qué podemos hacer para estar algo mejor informados en la actual telaraña mediática?

Con demasiada frecuencia el bombardeo de información que recibimos diariamente nos deja con más preguntas que respuestas. Es imperativo buscar fuentes alternativas e independientes para estar bien informados. Imagen Gerd Altman- Pixabay
Mi recién adquirido calendario de Piel Roja (tradicional almanaque de una famosa marca de cigarrillos sin filtro de tabaco negro colombiano) tiene una sección en que se arranca una pequeña hojita con un pensamiento para cada día del año. Algunos son muy sabios, otros no tanto. Sin embargo la frase del papelito correspondiente al 14 de enero le dio forma al tema que venía trabajando para la primera columna de Zona Franca de 2021. Decía: “No es cierto que todo sea cierto”.
Desde los albores de este año (que está pintando aún más raro y complejo que el anterior -incluyendo a un personaje pintado como comanche en pie de guerra, cuernos incluidos, invadiendo la Casa Blanca el 6 de enero-) venía masticando el tema que me ocupa en éstas líneas y en cuanto vi aquella frase supe que sería el título perfecto para ésta columna.
Porque ¿qué es cierto? Desde las ideas y hechos científicos, políticos, religiosos o de cualquier otro orden, ¿qué podemos aseverar sin asomo de duda que sea cierto? ¿Por qué información pone cada uno la mano al fuego para certificar una verdad absoluta? ¿Existe tal cosa?
En esta época pandémica nos ha llegado tanta información, de tantas fuentes, que para encontrar algún grado de verdad se hace imperativo desbrozar por lo menos éstas últimas. Y una vez descartados los canales obviamente falsos o tendenciosos, de conspiranóicos o terraplanistas, de fanáticos religiosos o ideólogos de la idiotez, podemos recién empezar a sacar algún tipo de conclusión útil, no sin antes averiguar quien o qué personajes están detrás de los datos en cuestión, y a qué organización representan. Informarse bien entonces no parece ser tarea baladí, hay que ponerle esfuerzo y consciencia.
Pero la mayoría de la gente no se toma el trabajo de diversificar sus fuentes, si no que se nutren (¿o se intoxican?) con información tendenciosa que sólo refuerza sus parcialidades y sus prejuicios.
En el tema pandémico hemos visto innumerables científicos alrededor del mundo apoyando los esfuerzos por desarrollar una vacuna que finalmente pueda detener los contagios. Pero también hemos visto a otros, cuyas carreras profesionales hacen pensar que no son unos charlatanes, advirtiendo sobre los efectos adversos que podría tener la inoculación. ¿A quién le creemos? ¿A los que vociferan más? ¿A los que son mayoría?
Uno esperaría que organizaciones como la OMS e instituciones globales similares fuesen siempre fuente de información inequívoca, igual que aquella que proviene de medios de comunicación conocidos. Lo mismo esperamos de ministerios y departamentos gubernamentales, que debiesen ser veraces y objetivos con la información que ofrecen al público. Debiesen…, pero en demasiadas ocasiones no es el caso.
Existen por supuesto medios y personas que con probada regularidad han demostrado su rigurosidad y profesionalismo al ofrecer información, no son muchos, es cierto, pero los hay, de ahí la importancia de verificar fuentes antes de replicar un mensaje firmado por digamos, Gabriel García Márquez… ¡Pobre Gabo, las cosas que han puesto en su boca…!
¿Cómo aproximarse a la verdad si una gran mayoría de los medios a nuestro alcance no ponderan, no balancean, no confrontan la información si no que la amoldan a sus propios intereses o la transmiten sin ningún filtro?

La telaraña informativa con sus miles de ramificaciones se puede transformar fácilmente en un laberinto muy difícil de atravesar. Imagen Gerd Altman - Pixabay
Porque lo cierto es que la verdad se acomoda, se manipula, se permea de intereses y fanatismos, de lealtades mal entendidas. Machacar sobre una mentira (Goebbels lo tenía clarísimo) para respaldar líderes con agenda propia y falacias de todo tipo deja réditos al mentiroso, sin duda, transforma mentiras en verdades, y peor aún cuando masas amorfas sirven de caja de resonancia contra toda evidencia que se les pueda poner enfrente. Insisten en desinformar porque va en línea con lo que quieren creer, no con lo que es, que pasa a ser secundario. La verdad no importa, la realidad tampoco, sólo interesa instalar la duda y la confusión. Y ahí es donde quienes deseamos informarnos con lo más parecido a la verdad debemos abrir bien los ojos y los sentidos.
Ejemplos sobran, y muchísimos vienen que quienes “debiesen” ser más transparentes. ¿Trump y sus infundadas acusaciones de fraude? ¿La negación del genocidio cultural de los Uigures por parte del régimen Chino? ¿Las mentiras reiteradas del gobierno Ruso con respecto al opositor Navalny, con envenenamiento incluido? ¿La desinformación sistemática de los medios de Rupert Murdoch en Australia y en otras latitudes donde posee diversos canales informativos?
Hoy en día un niño de diez años puede manipular una imagen, alterar un audio, modificar un texto, ¿qué no podrán hacer los expertos en desinformación?
La manipulación informativa campea oronda inclinando la cerviz sin ninguna vergüenza ante el poder, nada nuevo, algo así como descubrir el agua tibia, pero no por ello menos importante, es de esos temas que nos persiguen desde tiempos muy antiguos, y sin duda nos seguirán hostigando en siglos por venir.
Un ejemplo vergonzoso de ello fue el que dio hace unos días la portavoz del Ministerio Chino de Relaciones Exteriores, declarando muy digna y ofendida, que las acusaciones de genocidio cultural por el envío de cientos de miles de Uigures musulmanes a campos de reeducación era sólo una ridícula falacia de los enemigos de su país, calificando el hecho como una tontería. La señora Hua Chunying, armada de cifras muy rigurosas, le mintió a todo el planeta sin ruborizarse siquiera. Imagino que de no hacerlo la espera el final precipitado de su carrera, o la cárcel, o la pena capital, vaya uno a saber en semejante dictadura.

En relación a la credibilidad de los anuncios oficiales del gobierno Chino, el ilustrador Taiwanés Qianci publicó ésta viñeta en el Taiwan News en 2020, titulada "Circo del Ministerio de Relaciones Exteriores". En ella aparecen caricaturizados los portavoces de dicho Ministerio, Geng Shuang, Zhao Lijian y Hua Chunying formando las iniciales del Partido Comunista Chino. Imagen - Taiwán News
Lo mismo ha sucedido con la represión constante de la oposición en Hong Kong por un gobierno acartonado, ideologizado, educado en la negación de todo lo que ose contradecir el discurso oficial, que anula de manera sistemática la individualidad, la responsabilidad personal, la independencia y en últimas la libertad misma. Un modelo que amenaza a la democracia en el mundo, pero que con su peso económico va penetrando países a través de millonarias inversiones que nunca vienen solas, de manera inocente, por el contrario, arriban con carga de profundidad, al igual que las de muchas otras potencias económicas. Por eso hay que estar muy atentos a la información que recibimos de ellas.
Esos son sólo un par de ejemplos entre cientos de miles que diariamente nos desinforman, nos instilan pánico, nos confunden, nos engañan descaradamente.
Por eso se hace vital no cejar en el empeño de informarse lo mejor posible.
Afortunadamente algunas voces se alzan para defender lo correcto, lo decente, la verdad. Hay individuos y organizaciones que están marcando la pauta de un nuevo periodismo.
Entre otras, existe una organización sin ánimo de lucro llamada The Conversation (La Conversación), que se destaca por su rigurosidad informativa y talento periodístico. Una plataforma que se ha transformado en sinónimo de periodismo serio y veraz.
Fundada en 2010 en Melbourne, Australia, por Andrew Jaspan y Jack Rejtman, La Conversación ha crecido exponencialmente desde su lanzamiento oficial el 24 de Marzo de 2011 y hoy tiene presencia en Nueva Zelanda, EEUU, España, Indonesia, Reino Unido, Francia, África y Canadá.

Un artículo publicado recientemente en The Conversation en el que Yuval Noah Harari nos alerta sobre los peligros latentes que esperan a la humanidad si no ponemos atención urgente al problema ambiental. Sólo un ejemplo de los cientos de temas que cubre la plataforma, en éste caso desde el capítulo español al cual se puede acceder pinchando AQUÍ. Imagen - THE CONVERSATION
Todo lo que la plataforma publica es creado por académicos y periodistas que trabajan juntos, apoyados por un equipo de expertos en tecnología digital. Su acceso es gratuito y en múltiples idiomas para lectores de todo el mundo. Sus artículos pueden ser republicados sin costo bajo la licencia de Creative Commons, siempre que no haya modificaciones a su contenido.
Esta empresa sin fines de lucro está guiada por un propósito claro: brindar acceso a un periodismo explicativo y de calidad que contribuya a fortalecer la democracia y a evitar la prevalencia de los monopolios informativos.
Un claro ejemplo de su valiosísima labor fue el reciente reporte entregado a la comisión del Senado Australiano para aportar pruebas en la investigación que realiza el parlamento sobre monopolio informativo en ese país. El proceso surgió a raíz de la denuncia de dos ex-primeros ministros australianos, de signo político contrario, sobre la falta de diversidad informativa causada principalmente por News Corp, de propiedad del infausto Rupert Murdoch, que poco a poco, pero sin pausa, ha ido comprando periódicos grandes, pequeños y medianos, estaciones de radio y todo tipo de medios de comunicación para consolidar sus intereses, desinformar y acallar cualquier voz disidente.
Plataformas como La Conversación ayudan a contrarrestar esos embates, a encontrarle sentido a los complejos tiempos que vivimos, nos ayudan a no tragar entero las falsedades y noticias tendenciosas con que nos bombardean todos los días, desde todos los flancos. Informarse a través de expertos, con investigaciones serias y exhaustivas se hace cada vez más necesario. Y como ésta hay numerosas alternativas, es cosa de buscar, en nuestra región Latinoamericana Ciper Chile es un buen ejemplo de ello.
Corolario
Intentar un relato desde la tribuna, que se limite a los hechos y a su desarrollo, como quien asiste a un espectáculo y refiere desde su puesto lo que ha visto en el escenario, es una tarea ardua, que debe ser realizada de manera consciente para que no se cuelen nuestros prejuicios. ¿Porque con qué herramientas, con qué preparación, con qué sensibilidad se juzga y se relata la realidad? ¿Cómo se desliga uno de sus obsesiones para intentar hacer una radiografía justa, detenida, imparcial? Creo que la respuesta se encuentra en apoyarse en los expertos, en la ciencia y en la academia.
Atrincherarse en las ideas propias y negar la existencia de otras verdades hace que la tarea de sentarse a dialogar y llegar a consensos sea cada vez más cuesta arriba. No por pensar de determinada manera el otro desaparece como por arte de bilibirloque, la negación y la ceguera, la intransigencia y el fanatismo, no borran a la contraparte, que sigue allí coexistiendo. ¿Entonces que es lo verdaderamente importante? ¿De qué manera se puede avanzar hacia entendimientos que sean de beneficio común?
Con información veraz que no pueda ser fácilmente rebatida con falsedades, ni con ideologías contaminadas de oscuros (y muchas veces evidentes) intereses. Y como nunca me canso de repetir, esa misma información veraz se traducirá en votaciones inteligentes, que a su vez contribuirán al fortalecimiento de la libertad y la democracia.
Soy un optimista irredento, lo cual no significa que desestime los obstáculos. Más de una vez me han acusado de ingenuo, pero en el caso que hoy nos atañe la solución está a la mano si usted, estimado lector, quiere abrirse camino en la maraña informativa.
Porque al fin y al cabo, no es cierto que todo sea cierto, ¿cierto?
Adenda
Las plataformas informativas independientes necesitan financiamiento, y no lo van a buscar allí donde precisamente surgen todo tipo de conflictos de intereses, dependen para sobrevivir de organizaciones filantrópicas y donantes individuales. Por ello es crucial contribuir para que no desaparezcan devoradas por gigantes mediáticos que sueñan con tener a su rebaño bien domesticado, asustado y consumiendo.
Hoy grandes publicaciones, de probada trayectoria profesional, están recurriendo a sus lectores para solicitar subscripciones permanentes o colaboraciones ocasionales para salvaguardar su periodismo serio, oportuno, independiente y comprometido.
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